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Manuel Álvarez Bravo. El poeta de la lente…

Manuel Álvarez Bravo nació en la Ciudad de México, en la calle de las Escalerillas, hoy Guatemala, un 4 de Febrero de 1902 y falleció el 19 de Octubre de 2002, a los cien años.

Su abuelo y su padre, quienes hacían fotos y pintaban cuadros, lo introdujeron en el arte desde niño. A los quince años trabajó en la Tesorería General de la Nación y por las tardes estudió pintura, literatura y música en la Academia de San Carlos

En 1923 compró su primera cámara y conoció al fotógrafo alemán de paisaje, Hugo Brehme, con quien años más tarde compartió la Primera exposición de arte fotográfico nacional, que se inauguró en agosto de 1928.

Cuando empezó a fotografiar en los años veinte y treinta, su capacidad fue reconocida por maestros de la lente como Edward Weston o Henri Cartier-Bresson.

A finales de 1929 Manuel Álvarez Bravo exhibió su trabajo en una exposición colectiva en el Teatro Nacional, hoy Palacio de Bellas Artes. En la muestra conoció a artistas de su época como Tina Modotti, Diego Rivera y Pablo O'Higgins entre otros, con los cuales empezó a relacionarse y que pronto se convirtieron en sus amigos y le ayudan a dejar los trabajos de contabilidad y a desarrollar lo más importante de su obra, hasta convertirla en una herramienta social para plasmar la cultura mexicana con unas fotografías que van más allá de lo documental.

Un año después Manuel Álvarez Bravo descubrió la fotografía callejera en un fotolibro de Eugène Atget publicado en 1930. Como escribe su amigo, el poeta Xavier Villaurrutia, encuentra en la calle tanto una temática como un método, los dos urbanos y modernos: “Un joven ha atravesado la ciudad de México, la ha descompuesto trozo por trozo para recomponerla y hacer de ella un todo, como un pintor cubista. Pero también la ciudad de México ha atravesado a un joven, se ha asomado a sus ojos”.

El ojo único de Álvarez Bravo era tal que el fundador del surrealismo, André Breton quedó fascinado de su obra y fue quien descubrió en su trabajo un surrealismo innato. Bretón lo llamó “poeta de la lente”, apelativo con el que después numerosos críticos se referían a su obra y dijo de él: “Mediante recursos tales como la yuxtaposición, el aislamiento de detalles y el ordenamiento con rigor geométrico, Manuel sabe expresar la esencia de México, pero la mirada humanista que refleja su obra, las referencias estéticas, literarias y musicales que contiene; le confieren también una dimensión universal”.

La amistad con Breton fue tal que el artista francés le encargo la imagen de portada del Catálogo de la exposición Surrealista Internacional (1938) y con la cual el fotógrafo participó con su imagen “La buena fama durmiendo”.

La buena fama durmiendo, 1939

En 1945 Bravo, quien entonces se venía desempeñando en la industria cinematográfica, participó con el cineasta ruso Eisenstein con la película ¡Qué viva México! y también con el director español Luis Buñuel, realizó su más importante exposición retrospectiva; una revisión de dos décadas de fotografía reconocida dentro y fuera de México en colecciones, muestras y publicaciones.

Aunque algunas fotos ya son muy famosas, consideró a su obra como un conjunto: “Toda fotografía expresa parcialmente, es como una frase; cuando esta frase se junta a otras, es cuando adquiere otra dimensión, permite alcanzar un sentido y la forma de todo”.

La selección de las fotografías sigue esta máxima. Sorprende con imágenes en negativo, radiografías, encuentros inesperados… Y también conmueve, sobre todo con una extraordinaria serie sobre la muerte. Una secuencia que empieza por una de sus fotos más reproducidas, Obrero en huelga, asesinado; una imagen trágica y en apariencia definitiva que se transforma al lado de las otras fotos. “Al exponer, procuro que esa muerte tenga un sentido. Coloco a continuación otra fotografía con una flor que nace de un sepulcro”, dijo el artista.

Obrero en huelga asesinado, 1934

La obra de Manuel Álvarez Bravo es a la vez pública y artística. Por un lado, es reproducida en un sin fin de publicaciones de todo tipo, tanto en papel como en la red. Por el otro, se expone, colecciona y estudia igual que las mejores obras de arte. A muy pocos autores se le ha dedicado tanta atención como a él. Lo demuestran las setenta monografías y catálogos reunidos, que representan sólo una pequeña parte de las exposiciones de sus fotos celebradas a partir de 1928 en galerías y museos.

El Señor de Papantla, 1934

Si aún queda duda de la grandeza de uno de los mejores fotógrafos que ha dado México, Octavio Paz dedicó un poema a una imagen de Manuel Álvarez Bravo “Montaña negra nube blanca” que es la mejor despedida al poeta de la lente.

Cara al tiempo por Octavio Paz

A Manuel Álvarez Bravo.

Fotos, tiempo suspendido de un hilo verbal:

Montaña negra/nube blanca, Muchacha viendo pájaros.

Los títulos de Manuel no son cabos sueltos son flechas verbales, señales encendidas.

El ojo piensa, el pensamiento ve, la mirada toca, las palabras arden:

Dos pares de piernas, Escala de escalas, Un gorrión, ¡claro!, Casa de lava.

Instantánea y lenta mente: lente de revelaciones.

Del ojo a la imagen, al lenguaje, ida y vuelta. Manuel fotografía nombra) esa hendedura imperceptible entre la imagen y su nombre, la sensación y la percepción: el tiempo. La flecha del ojo justo en el blanco del instante.

Cuatro blancos, Cuatro variaciones sobre un trapo blanco.

Lo idéntico y lo diferente, cuatro caras del mismo instante.

Las cuatro direcciones del espacio: el ojo es el centro.

El punto de vista es el punto de convergencia.

La cara de la realidad, la cara de todos los días, nunca es la misma cara.

Eclipse de sangre: La cara del obrero asesinado, planeta caído en el

trato de lo eterno en un cuarto oscuro un racimo de chispas sobre un torrente negro

el peine de plata electriza un pelo negro y lacio. El tiempo no cesa de fluir, el tiempo no cesa de inventar, no cesa el tiempo de borrar sus invenciones, no cesa el manar de las apariciones.

Las bocas del rio dicen nubes, las bocas humanas dicen ríos. La realidad tiene siempre otra cara, la cara de todos los días, la que nunca vemos, la otra cara del tiempo.

Manuel: préstame tu caballito de palo para ir al otro lado de este lado. La realidad es más real en blanco y negro.

Referencias:

Museo Palacio de Bellas Artes.

http://culturacolectiva.com/manuel-alvarez-bravo-biografia-cultural/

Asociación Manuel Álvarez Bravo

http://www.manuelalvarezbravo.org/espagnol/Biografia.php

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