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Hugh Glass, el verdadero renacido


Tenemos a la vuelta de la esquina la última producción de Alejandro González Iñárritu, The Revenant (El renacido), en la que explorará el viejo oeste estadounidense del siglo XIX, para ser exactos en 1823.

Tomando una de los relatos más sorprendentes de los últimos años, el cineasta mexicano se inspiró en Hugh Glass y su historia de supervivencia.

Glass, un hombre que nació en Filadelfia en 1773, se le reconoció en primera instancia por ser un pirata que en 1923 se unió a la expedición por Missouri del capitán Andrew Henry. En dicha expedición estaban en busca de pieles para comerciar, algo que era típico y usual en esa época, pero fueron atacados por otro grupo de comerciantes de Arikara. Un enfrentamiento que dejó bajas en ambos bandos y varios heridos de gravedad, entre los que se encontraba Hugh.

Tras el ataque, la expedición de Henry se adentró en las montañas de Missouri, aunque esa decisión significaba exponerse a unos de los peligros más temibles de la zona: “Old Ephraim”, como lo habían llamado los cazadores, un oso grizzli de 12 pies de altura y que en múltiples ocasiones dejó heridos y lesionados de extrema gravedad, o incluso muertos, a varios de los tramperos de la zona.

Hugh decidió revisar la zona cerca del rio Grand, introduciéndose en los matorrales y acechando las bayas. Instantes después se percata de la presencia del Grizzly y sus crías, Glass desenfunda su arma y dispara contra el oso, pero es inútil, pues éste lo atrapa con sus garras y hocico arrastrándolo varios metros hasta arrancarle varios pedazos de piel del rostro y dejando incontables heridas en un cuerpo que ya se encontraba inerte, pero aún con vida.

Sus compañeros ahuyentaron al oso con varios disparos, al observar el tan despedazado cuerpo de Glass lo único que esperaban era su último suspiro para hacer oficial su muerte, sin emarbargo, para su sorpresa él sobrevivió esa noche y los días siguientes, aunque con ninguna mejora. El capitán Andrew decidió que la expedición debía continuar y que no podía esperarlo, así que pago a dos de hombres, John Fitzgerald y Jim Bridger para que se encargaran de él cuando muriera, y posteriormente pudieran alcanzar a la brigada.

La desesperación se apoderó de ellos, pues Hugh no sucumbía ante las garras de la muerte, su única alternativa fue dejarlo enterrado pensando que ya no había nada que hacer por su vida. Sorprendentemente Glass logró arrastrarse hasta un río de agua manantial, durmiendo entre los cadáveres de búfalos y bisontes, alimentándose de bayas silvestres, acciones que le ayudaron a buscar su salvación, la cual en ese momento era llegar al pueblo Fort Kiowa. Aunque ya no contaba con fuerza física para continuar vivo, su espíritu no se rindió y después de días de arrastrarse se volvió a levantar para alimentarse de la carne de un búfalo que había cazado una manada de lobos, carne que le sirvió para recuperar fuerzas y seguir con su travesía.

Su odisea continuó al sobrevivir a una estampida de búfalos y al pasar inadvertido por la brigada Arikara, la única inspiración que lo impulsaba a seguir viviendo era la sed de venganza en contra de quienes lo dieron por muerto y lo despojaron de todo lo que tenía y quería. Finalmente llegó a Fort Kiowa en donde se recuperó por completo y se unió a la expedición de Mandan, lugar en el que se enteró que la brigada de Andrew Henry pasaría las vísperas de año nuevo en Fort Kiowa.

Al llegar a la cabaña de la fiesta de la brigada de Henry, tocó la puerta y al abrir parecía que habían visto a un fantasma, pues nadie esperaba que Hugh Glass estuviera vivo. Glass preguntó por Fitzgerald pero éste ya no se encontraba en la brigada porque se había unido al ejército; en cambio preguntó por Bridger que se encontraba en un rincón de la cabaña en la que se encontraban, pero al ver que sólo era un joven que seguía las órdenes de Fitzgerald le concedió el perdón y le dio lecciones de cazador.

La leyenda de Glass trascendió el tiempo y se volvió en una de las historias de supervivencia más memorables de los últimos siglos. Este año González Iñárritu la llevó a la pantalla grande creando una película que ya ganó en los Globo de Oro, y ahora está a la espera de llevarse la estatuilla de la academia.

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