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Beasts of no nation: La verdadera inocencia interrumpida.


“Beasts of no nation”, filme independiente dirigido, filmado y adaptado a guión por Cary Fukunaga; ganó a finales de 2015 seis premios, entre los cuales estuvo el “Enrico Fulchignioni” de la UNESCO para el mismo Fukunaga y el premio “Marcelo Mostroianni” de actores emergentes, para el actor Abraham Attah que caracteriza a Agu (el protagonista de la historia), ambos del “Festival de cine de Venecia”.

Este año ha sido acreedora a 13 premios más, entre los que destacan el “Festival de Capri de Hollywood” y los premios del “Gremio de Actores”. Entre el mayor número de nominaciones se encuentra el conocido actor Idris Elba, el cuál en esta ocasión ha pasado a una propuesta independiente, en contraste a otros trabajos en grandes producciones de Hollywood. Un actor que en éste caso ha superado sus papeles anteriores y nuestras expectativas; un papel duro y que representa las peores motivaciones del hombre.

Una película de opuestos

Un ambiente colorido entra en juego, en contra de la oscura temática; naturaleza abundante, alegría espontánea y danzante, contra las fuerzas del hombre para pelear por causas insertadas desde otros, el desgaste del corazón en una lucha que inicia por causas “libertadoras” y que en un punto de erosión empieza a tomar velocidad hacia la violencia instantánea, basada en la ley del más fuerte.

En donde existían en un principio niños que reían y bromeaban, hubo hombres que para pelear por su existencia tuvieron que hacer cosas terribles, y en las mismas líneas se menciona el tratamiento de niños como adultos de forma indiscriminada. “Tiene manos, puede golpear, rasguñar e incluso jalar gatillos, él puede hacer lo que quiera, matarnos si quisiera. Lo entrenaré como soldado”.

Mundo de juventud, vida y naturaleza vs. mundo de muerte, guerra y putrefacción. Agu en su soliloquio siente el olor de los muertos, la pólvora y la sangre, algo que no había presenciado nunca y desea que el sol se cubra para que Dios no pueda ver los malos actos que ha cometido.

En una escena Agu se encuentra corriendo y a su alrededor entra un espectro infrarrojo, árboles rosas y cielo morado, balas volando y gente que al morir se torna gris. Hombres de muerte y chamanes tribales con vestimentas de psicodelia. En toda la película se construye una analogía dialéctica, las dos facetas de Nigeria y del ser humano antes y durante la guerra.

Crudeza y rapidez

Es constante esa noción del crecimiento forzado en la guerra, en donde antes había niños ahora existe ese sentido de supervivencia y de matar o morir, de desesperación, seguimiento de órdenes antes que sufrimiento, un cambio drástico de identidad, una adultez simulada que pudo haber sido postergada y diferente.

En esta guerra de Beasts of no nation, hay tres frentes: gobierno, rebeldes y el Frente de Defensa Nativo, y en ninguno de ellos encontramos elementos de gente que aún conserve un poco de sanidad y humanidad, niños que son transformados por la crudeza y lo fácil que es lastimar a otros, seguir órdenes para vivir. Matar, crecer y morir rápido, las tres opciones como escape al mismo destino del desafortunado adversario.


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